viernes, 28 de mayo de 2010

COLECCIONISMO DE ARTE. SEGUNDA PARTE.







La frustración claustrofóbica de Vincent Van Gogh nos ha llegado a través del cine de muy diversas maneras. No vendía sus trabajos y sus relaciones amistosas y amorosas rozaban el fracaso, así su hermano Theo se convierte no sólo en el vínculo afectivo más importante que mantuvo en su azarosa existencia, sino en su mayor coleccionista. Le ayudó durante toda su vida como apoyo emocional y sustento económico para que Vincent pudiera sobrevivir y aprender.  Retratado pictóricamente en El loco del pelo rojo (Vicente Minelli, 1956) e impregnado de los colores del mar, el campo y el cielo en Van Gogh (Robert Altman, 1990).

El director chileno Raoul Ruiz muestra en Klimt (Raoul Ruiz, 2006) el enfrentamiento del pintor con las autoridades austriacas y con la alta sociedad vienesa surgido a raíz de sus alegorías escandalosas. La trama desemboca en un dramático incidente en el que el pintor roba del edificio de la Secesión de Viena sus cuadros incautados por el Estado. Finalmente el artista se verá obligado a comprarlos para evitar el encarcelamiento.

Amante de la frustración y la destrucción, el cine toma como modelo a Modigliani en Los amantes de Montparnasse (Jacques Baker, 1958) para introducirnos en su vida bohemia y alcohólica. Una existencia que terminará trágicamente mientras un avispado marchante de arte, como un ave carroñera, espera su muerte para hacerse con sus cuadros consciente de que un día valdrán mucho dinero. La película homenajea al director Max Ophuls y actúa como crítica con el sistema del mercado del arte, que no tiene nada que ver con la calidad artística y sí con la especulación. En la escena en la que Modi, Sboro (su marchante) y Jeanne (su mujer) van en un taxi camino del Hotel Ritz para entrevistarse con un millonario estadounidense aparece la figura del rico coleccionista norteamericano y la angustia del pintor.

-Sboro: Ponte ésto (le dice a Modigliani, y le da una corbata).
-Modigliani: ¿Hay que disfrazarse de rico para vender un cuadro?
-Sboro: A los americanos hay que causarles buena impresión.
-Modigliani: Pero ponerme corbata por un tipo que igual no compra nada...
-Sboro: Acabo de verlo y parece decidido. Quiere conocerte.
-Modigliani: Sí, regateará, hablará, nos hará volver...
-Sboro: Imposible. Esta noche se vuelve a Nueva York... No sabrías qué hacer con tanto dinero.
-Modigliani: En mi situación, vendería todos mis cuadros por un bocadillo.
-Sboro: Nada de tonterías, ya hablaré yo. Tu no abras la boca...Bueno... ¡Mira como vas!...
-Modigliani: ¿Vas a vender mi pintura o mi imagen? No soy una puta.


Pero este periodo de los albores del siglo XX no sólo se alimenta de biografías de pintores. En Las dos inglesas y el amor (Francois Truffaut, 1971), inspirada ligeramente en la vida de las hermanas Brönte, un escritor y coleccionista de arte parisino de inicios del siglo XX conoce a dos hermanas artistas y las dos se enamoran de él. Basada en la novela de Henry-Pierre Roché1 (1879-1959), también autor de Jules et Jim, describe constantemente cuadros. En las escenas donde aparece la casa de Claude podemos identificar un picasso. Claude muestra a su madre un cuadro impresionista de su colección y la voz en off dice: “El tiempo pasó. Claude no se convirtió en el escritor que su madre quería, pero sí visitaba todas las exposiciones y escribía sobre pintura.” La película termina en los jardines del Museo Rodin de París, donde Claude pasea pensativo y solo.

En Un americano en París (Vicente Minelli, 1951), el director italiano crea un musical con numerosos homenajes a la pintura. Jerry, el personaje protagonista, interpretado por Gene Kelly, es un pintor con talento que malvive en París del que se enamora una señora rica. Ésta lo desea como amante y pretende ser su mecenas,  pero Jerry ya se ha enamorado de Lisa, una joven francesa sin dinero. Hay una escena particularmente interesante que resume parte de la esencia de la cinta: Jerry se aísla en su estudio pintando sin parar, preparándose para su primera exposición. Rodeado de cuadros, llega el momento de enmarcarlos, y mueve cada una de sus pinturas decenas de veces hasta encontrar el marco que mejor se ajuste a las mismas.

Minelli gran aficionado a la pintura, también creó un personaje coleccionista de arte en Melodías de Broadway 1955 (Vicente Minelli, 1955). En esta ocasión el personaje interpretado por Fred Astaire se deshace de su colección de arte para recaudar fondos para la producción de una nueva obra musical.

Cerraremos este capítulo con un pintor maldito, el personaje Eben Adams que interpreta Joseph Cotten en la película surrealista Jennie ( William Dieterle, 1948). Un joven pintor que busca fortuna por las galerías de arte de Nueva York se dirige a una con poca convicción, la dueña aprecia el talento del artista, pero le recrimina que pinta sin amor. No obstante le compra una pintura de una flor para su propia colección. Eben pintará un boceto de una niña que se conoce en el parque y que será el comienzo de un viaje por entre los muertos.

martes, 25 de mayo de 2010

KNOCKIN' ON HEAVEN'S DOOR. Pat Garret y Billy The Kid




Mama, take this badge off of me
I can't use it anymore.
It's gettin' dark, too dark for me to see
I feel like I'm knockin' on heaven's door.

Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door

Mama, put my guns in the ground
I can't shoot them anymore.
That long black cloud is comin' down
I feel like I'm knockin' on heaven's door.

Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door




En 1973 el director de Grupo Salvaje y Perros de paja, entre otras piezas clave,  Sam Peckinpah, lleva al cine la famosa historia de William Henry Bonney, Billy "El niño", pistolero americano del siglo XIX conocido por haber participado en la muerte de unas veintiuna personas. El supuesto asesino sería perseguido, cercado y matado por el sheriff Pat Garret en Ford Sumner. "La escopeta abriría fuego, el ruido gritaría y William caería al suelo mirando al cielo mientras la luz de su mirada se desvanecía como el color del firmamento, sin poder saber quien le mató´´.

El western moderno debe al director californiano su recuperación como género. Su cine  violento y crepuscular dota de una nueva forma de poesía visual a la imagen y los personajes encuentran su zona umbral rayando el psicoanálisis. Pat Garret y Billy The Kid sería su última película del oeste, su maestría y sabiduría en la dirección de actores controló a los secundarios  James Coburn y Jason Robards y sacó el máximo partido de los míticos cantantes Bob Dylan y Kris Kristofferson.

La amistad se antepone a la traición en esta suerte de bala perdida del western clásico. Maravillosa la banda sonora, que contiene un buen puñado de piezas de Dylan que pasaron a la historia de la música contemporánea.

Por su puesta en escena impresionante, por las interpretaciones, por su excelsa música... hay que verla. TE ABRIRÁ LAS PUERTAS... 

EL CINE YA NO EXISTE

lunes, 24 de mayo de 2010

COLECCIONISMO DE ARTE. PRIMERA PARTE.





La necesidad de poseer aquellos objetos que le deslumbran, hasta convertir su afición en una obsesión, hacen del coleccionista un personaje singular y apasionado. El acaparador de objetos de arte nunca es un personaje mediocre, si bien su figura siempre causa incertidumbre y cierta extrañeza, suele ser un personaje acaudalado y con una vida que roza la leyenda. Crearon patrimonios personales y los conservaron para bien de su propio ego, pero que fueron factor indispensable en la historia de la cultura mundial. Gracias a las ansias de posesiones artísticas de reyes, pontífices, nobles y burgueses han llegado a nosotros cientos de obras que, tal vez, hubieran desaparecido. En muchos casos, los coleccionistas han jugado el papel importante de ser mecenas de artistas o movimientos artísticos que sin su esfuerzo no hubieran ni siquiera existido.

Tanto el cine como la literatura nunca supieron aprovechar el filón que podía ofrecerle este tipo de personaje. El rol de coleccionista no es muy empleado por los guionistas para desarrollo de sus argumentos. Su psicología y personalidad se han visto reflejadas en el cine a través de personaje de muy diversa índole, pero casi siempre colocando la colección o su afición en un segundo plano. En la mayoría de los casos ocuparon papeles excesivamente secundarios, sin apenas importancia en la trama y más bien con afán burlesco, representados y caricaturizados como huraños.

El coleccionismo como fórmula para obtener el poder terrenal pudo llevar a Julio II a hacer oídos sordos a las penurias de su pueblo. En El tormento y el éxtasis (Carol Reed, 1965) presenciamos como el pontífice, para su mayor gloria, obliga a Miguel Ángel a abandonar su producción escultórica para pintar la Capilla Sixtina. La pelea artística, con una extraordinaria producción, nos acerca al sufrimiento del artista (Charlton Heston) para dar gusto a su mecenas y coleccionista de la belleza (Rex Harrison). Este mismo reflejo de coleccionar con dinero ajeno para engrandecerse, nos queda suficientemente reflejado en el viaje iniciático desde el monasterio al mundo real de Andrei Rublev (Andrei Tarkovsky, 1966), un monje pintor de iconos rusos del siglo XV que es contratado para pintar los frescos de la catedral de la Asunción de Moscú. Cuando el juglar Cirilo pide perdón por pegar a Andrei, le dice: "tu gran pecado es que Dios te ha dado el talento para pintar, cosa que no me ha dado a mí a pesar de mi vida sin pecados, y sin embargo, tú... te permites el lujo de no querer pintar"

Los monarcas, por el poder que tienen de las imágenes entre sus contemporáneos, sienten la necesidad de que sus familias queden retratadas para demostrar su superioridad y para la posteridad. El retrato se convertirá en el género de moda, objetivo principal de las colecciones reales y el encargo por excelencia. Uno de los más grandes coleccionistas de la historia, Felipe II, es retratado en infinidad de películas quedando su máxima virtud en un plano decorativista. El rey mecenas plasmó su gusto artístico en todos los rincones de su gran proyecto, El Escorial. El thriller histórico La conjura de El Escorial (Antonio del Real, 2008) nos ofrece los contactos del monarca con Tiépolo, Sánchez Coello o El Greco pero no llega más lejos dentro de sus colecciones que Don Juan en los infiernos (Gonzalo Suárez, 1991) donde ya aparecía la magnitud del palacio. Ambas dieron paso a la reciente y fallida El Greco (Iannis Smaragdis, 2007), el pintor cretense recaba en Toledo rechazado por el monarca coleccionista español debido a su manierista estilo.

La figura de su nieto, Felipe IV, que seguiría la tradición acaparadora de su abuelo, siempre recibió del cine un tratamiento injusto. Como en El rey pasmado (Imanol Uribe, 1991) basada en la novela Crónica del rey pasmado de Gonzalo Torrente Ballester. El rey, que fue el mecenas de Velázquez, influyó sobremanera en la difusión de la cultura del siglo XVII en España, el Siglo de Oro. En su palacio del Buen Retiro se representaron las mejores obras teatrales de Calderón de la Barca y Lope de Vega. El cine español estaba más pendiente de las escenas de cama que de los gustos artísticos del monarca.

Otra película española, Goya en Burdeos (Carlos Saura, 1999) nos narraba el exilio del pintor aragonés en Francia. Los recuerdos de su juventud realizados con flashbacks nos muestran al joven artista en los vericuetos de la corte de Carlos IV y, principalmente, a Cayetana, la Duquesa de Alba, una mujer coleccionista que redibujó su vida y moriría asesinada, como cuenta la fallida Volaverunt (Bigas Luna, 1998)

Tal vez los costes de producción de las películas históricas hayan repercutido en preferir narrar las virtudes belicosas y amatorias de la realeza y la aristocracia que las virtudes artísticas. Así en todos los biopic de pintores, pocos escultores, que abarcan desde el barroco hasta el impresionismo nos encontramos a marchantes y comitentes de una forma muy superflua y nunca al coleccionista como tal. Tal es el caso de Rembrandt (Alexander Korda, 1936), de Caravaggio (Derek Jarman, 1985), de Joannes Vermeer en la más actual y preciosista La joven de la Perla (Peter Weber, 2003) e incluso Rodin en La pasión de Camille Claudel (Bruno Nuytenn, 1988) 

Pero será al narrar el avance del poder industrial y de los enriquecimientos empresariales cuando encontremos algunas verdades acerca de los coleccionistas burgueses a ambos lados del Atlántico.

EL CINE YA NO EXISTE.

viernes, 21 de mayo de 2010

ENNIO MORRICONE. Homenaje a Claudia Cardinale




En el Festival de Cine de Funchal, Madeira.
La diva italiana Claudia Cardinale, una de las grandes bellezas del cine, es homenajeada con el aria de Hasta que llegó su hora, música inolvidable compuesta por Ennio Morricone para el film de Sergio Leone.


EL CINE YA NO EXISTE

jueves, 20 de mayo de 2010

EL ESTILO GREGG TOLAND. La profundidad de campo





AVANCES Y MÁS AVANCES.


Los avances técnicos experimentados por los directores de fotografía del cine mudo, como Willy Blizer para Griffith o Karl Freund para Murnau y Lang, permitieron obtener un avance en la nitidez de la imagen y en la investigación de nuevas lentes para alcanzar mayor calidad, mayor profundidad y mayor contraste.

La profundidad de campo puede incrementarse filmando con objetivo gran angular y reduciendo la apertura del diafragma. Conseguir una gran profundidad de campo conlleva una excesiva pérdida de luz, al limitar la apertura del diafragma; por eso se utilizan películas de mayor sensibilidad que provocan una textura granulada. Hacia mitad de los años treinta, el technicolor requería de mayor iluminación lo que provocó la introducción en el mercado de una nueva generación de arcos lumínicos. En 1938, la empresa Eastman Kodak lanzó a la venta una nueva película, la Super XX, cuatro veces más sensible que su predecesora y sin aumentar la cantidad de ruido. En 1939, empleando en la lente una ligera capa de fluoruro de magnesio se mejora la captación de la luz (lens coating). En este mismo año, se crea una nueva película que reduce el grano que aparece al hacer copias de la copia maestra. 


Pero los avances no sólo surgirían para corregir la luminosidad, en los años treinta se innovaron las cámaras filmadoras. A mediados de esta década la Mitchell Camera Corporation introdujo en el mercado la cámara BNC, que eligió a Gregg Toland para que la probara. La primera utilización de esta cámara revolucionaria, que amortiguaba el ruido de su tracción mecánica, fue con motivo del rodaje de Cumbres Borrascosas de William Wyler con Toland de operador. La cámara presentaba enormes innovaciones destinadas a conseguir una óptima profundidad de campo.

André Bazin decía “por primera vez las composiciones con profundidad de campo proporcionan las bases para una nueva forma de narrativa cinematográfica, muy diferente al montaje con planos multiples”. Este estilo, al que el crítico Bazin denominó "realista", proporcionaba tomas largas y recursos como mover la cámara y organizar niveles de acción en un solo plano, se evitaba así  la necesidad de efectuar cortes.

Toland contribuyó al progreso del medio con una serie de innovaciones técnicas que más tarde serían de uso general en la industria cinematográfica. Inventaba artilugios y pequeños trucos para sacar a sus cámaras el máximo rendimiento y construir un cine diferente. Un cine mejor. 


EL CINE YA NO EXISTE


miércoles, 19 de mayo de 2010

BETTE DAVIS EYES. Kim Carnes




En el cine no ha habido ojos como los de la Davis.
Capaz de ser ellos los malos de la película.
Expresivos, cariñosos, graciosos, malintencionados, cretinos, sumisos, devastadores, ardientes, deseados, heladores... y siempre atrayentes.

Desde la temperamental Julie Marsden de Jezabel al abatimiento de Regina en La loba. Desde Baby Jane a la actriz en decadencia Margot Chaning en Eva al desnudo. Desde la Leslie Crosbie de La carta a la Apple Annie alcoholizada de Un gángster para un milagro. 

Siempre, siempre sus ojos serán distintos.



No se puede contar más sin hablar.
Capaces de hacer bellísimo un rostro que lo era menos.

Ojos del cine. Ya no hay ojos como esos.

EL CINE YA NO EXISTE


martes, 18 de mayo de 2010

JOAN CRAWFORD- BLUE OYSTER CULT




Tema inspirado en el libro Queridísima mamá que escribió la hija adoptada de Joan Crawford tras quedar excluida del testamento. " No pienso dejar un dólar para mi hijo Christopher ni mi hija Christina por razones que ellos conocen muy bien


Pertenece al disco Fire Of Unknown Origin de BÖC [1981],  que contiene además la pieza Burnin’ for you y del que se extraerían varios temas para la película Heavy metal.

CONFIDENCIAS. COLECCIONAR POR AMOR AL ARTE.




Confidencias (Luchino Visconti, 1974), basada en el ensayo Escenas de conversación del crítico de arte y coleccionista Mario Praz, la adaptación cinematográfica fue escrita por el propio Visconti, además de Enrico Mediolí y Suso Cecchi d ‘Amico. Está protagonizada por Burt Lancaster, Silvana Mangano y Helmut Berger y se desarrolla íntegramente en las habitaciones de una vivienda romana, que parece más un museo que una casa particular dada la abundancia de obras de arte allí reunidas.

Tras El Gatopardo (1963), Luchino Visconti cuenta de nuevo con Burt Lancaster en el papel protagonista. El actor norteamericano encarna magistralmente a un culto y viejo profesor de arte que colecciona pinturas inglesas (grupos de familia) del siglo XVIII entre otros objetos de arte. Acoge accidentalmente como huéspedes de su mansión romana a una extraña familia compuesta por una condesa, su hija y los amantes de ambas. El film refleja con ritmo pausado la irrupción de las cuatro personas en la sosegada vida del profesor y la repercusión que la agitación tiene en su existencia e incluso llegan a hacer olvidar a éste su pasión por el arte, única afición que llenaba su solitaria vida.

El protagonista es un ser genérico del que no se llega a decir el nombre, durante toda la película es nombrado como “El profesor”, que vive aislado del mundo con la única compañía de sus recuerdos, sus obras de arte, sus libros, la música y su vieja asistenta. Al comienzo de la película, los propietarios de la Galería Blanchar de París irrumpen en su casa con la intención de venderle un cuadro, oferta que éste declina cortésmente, aunque no duda de su calidad. En el momento que los marchantes de arte se van sin haber cerrado la operación, aparece la condesa Brumonti (Silvana Mangano) con la intención de alquilar la vivienda de arriba. Cuando llama a la galería para comprar el cuadro se entera de que ya ha sido vendido. Al día siguiente, su abogado Micheli le informará que ese cuadro lo han comprado los Brumonti y que se lo ofrecen como anticipo de los primeros tres meses de alquiler. Al tocarle en su "fibra sensible", el profesor accede por fin al alquiler. 

Entre el profesor y Konrad (Helmut Berger), amante de la condesa, surge una curiosa sintonía debida a gustos comunes: el joven descubre junto al tocadiscos del profesor un disco de Mozart y pide escucharlo. También demuestra, al ver encima de la chimenea un paisaje con figuras, conocer la pintura de Arthur Davis, artista inglés del siglo XVIII. Más tarde le llevará una fotografía de un cuadro del mismo pintor que tienen unos amigos suyos.  Acabará considerando a sus ruidosos inquilinos como su verdadera familia.

El personaje del profesor contiene referencias inevitables al propio Visconti: las nuevas generaciones a las que no entiende, su militancia izquierdista e incluso su amor por Helmut Berger.


La clase de Visconti en la decadencia de un hombre.
EL CINE YA NO EXISTE

lunes, 17 de mayo de 2010

LA COSA. LA NIEVE AISLA.






Antártica, corona austral, racimo
de lámparas heladas, cineraria
de hielo desprendida
de la piel terrenal, iglesia rota
por la pureza, nave desbocada
sobre la catedral de la blancura,
inmoladero de quebrados vidrios,
huracán estrellado en las paredes
de la nieve nocturna…
Pablo Neruda, Antártica (fragmento)

Un grupo se aísla en la Antártida para resolver los enigmas que yacen enterrados. El interés de la ciencia lleva a los personajes a viajar a lugares inhóspitos y remotos. Refugiados en un base científica estadounidense para el estudio del desconocido continente antártico, el ruido de un helicóptero que aparece por detrás de las montañas que forman el circo helado, donde está ubicado el campamento, rompe con la monotonía del silencio del desierto blanco. Un Alaskan Malamute corre por la nieve esquivando los disparos desde el aire que hace un científico noruego, pero este muere sin poder contar el porqué de su comportamiento…

Nos encontramos ante una de las grandes películas del género de terror, La cosa (El enigma de otro mundo,1982), nacida a la estela del éxito de Alien, el Octavo pasajero (1979) y estrenada unas semanas después de E.T. (el extraterrestre bueno) nos cuenta como una extraña criatura proveniente del espacio exterior es desenterrada de su eterna sepultura en la nieve y toma la forma del ser orgánico al que se acerca, imitándolo físicamente y en comportamiento, lo que hace imposible detectarlo. Remake de la producción de Howard Hawks El enigma de otro mundo (1951) dirigida por Christian Nyby es la primera producción dirigida por John Carpenter (La noche de Halloween, La niebla) para una major, la Universal Pictures.

El mimetismo del visitante de otro mundo es lo que hace al grupo, formado únicamente por hombres, vivir en un estado de desconfianza tal, que no saben si ellos mismos están infectados. La sospecha provoca la separación del grupo y por ende la autonomía del individuo.

La nieve juega un papel importantísimo como aislante de toda vida humana que pueda llegar a redimir a estos hombres. Todo el continente se vuelve un pequeñísimo reducto por el clima, que se enfurece cuanto más se empieza a salir al exterior. Este ser que ha vivido crionizado en las bajas temperaturas tiene por un lado el afán de supervivencia y por otro el de conquista, como todo ser vivo. Si el último de los científicos fuera absorbido la humanidad correría serio peligro.

Las situaciones límites, el rojo de la sangre sobre el blanco de la nieve, la gélida noche, los gags y guiños a los conocimientos geográficos de los estadounidenses llamando suecos a los noruegos, el sombrero de vaquero de Kurt Rusell al estilo Looney Toons, las muertes, las transformaciones de la cosa al más puro estilo gore, los guiños al cine, la fotografía de interiores y exteriores, los maquillajes helados, el vaho corporal permanente, los efectos de la Industrial Light and Magic, la música de Ennio Morricone con sus aterradoras percusiones y un final sin solución hacen de esta película un clásico que no ha hecho sino mejorar con el tiempo.

EL CINE YA NO EXISTE.

viernes, 14 de mayo de 2010

EL MANANTIAL DE LA DONCELLA. EL PRESENTIMIENTO DE UN NIÑO





EL CINE FUE UN VEHÍCULO PARA EXPRESAR LAS DUDAS EXISTENCIALES.


En 1959, Ingmar Bergman rodeado de un equipo artístico y técnico de su confianza realiza otra de sus grandes películas, El manantial de la doncella (Jungfrukällan, 1959), redondeando así una de sus épocas más creativas y que más ha aportado al cine: El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957), Fresas salvajes (Smultrontället, 1957) y El rostro (Ansiktet, 1958). Basada en un leyenda medieval y con un guión en forma de cuento, el realizador sueco juega con Dios mostrándonos sus eternas dudas sobre la existencia del Altísimo. La secuencia inicial, compuesta por dos planos, nos da claves sobre el agnosticismo del director: la evocación a los dioses antiguos escandinavos por parte de una sirvienta embarazada y su contraposición con el matrimonio postrado ante la presencia de un cristo tallado, con fuertes alusiones al Cantar de los Cantares.

Para ofrendar a la Virgen hay que cruzar el bosque y el acaudalado padre Torë (Max von Sydow) manda a su hija -el ángel- como penitencia atravesarlo. Caprichosa ella, decide ir acompañada por la amiga embarazada -el diablo- que aquejada de dolores se queda en la misma puerta del bosque. Mientras tanto, la doncella, que viste sus mejores galas, se adentra en la cada vez más escalofriante maraña de ramas. A mitad de camino, se topa con tres hermanos pastores hambrientos, uno de ellos un niño, que aprovechándose de su bondad la violan, la matan, la roban y casi la entierran, ante la mirada de su amiga escondida entre la maleza. El padre, al saber de la muerte de su hija, corta las ramas de un abedul y se flagela para acometer la venganza de los pastores homicidas, incluyendo al niño (durísimo plano). Después, la comitiva familiar parte hacia el bosque en busca de la ninfa muerta. Hallada pues, el afligido padre impropera al Dios supremo -¡Dios mío por qué me has abandonado!- y busca la redención ofreciéndole al Santísimo una iglesia de piedra y barro hecha con sus propias manos… Al levantar el cadáver de la chica en el bosque, súbitamente iluminado, brota bajo ella el manantial, el manantial de la doncella.



Bergman nos ilumina en claroscuro los interiores, enseñándonos las costumbres de la familia que vive para y por la iglesia; con sus ayunos y abstinencias, con encuadres que recuerdan la última cena. Bucólico hasta los extremos en los planos exteriores, incluyendo notas del más puro folklore sueco, nos lleva al milagro final: el manantial que surge de la doncella que yace en el bosque, que se convierte así en una puerta que comunica este mundo con el más allá.

Leyenda, tenebrosidad, cuento, fantasmas, violación, asesinatos, hospitalidad, venganza, milagro.. y ante todo bosque. Un bosque que atrapará para siempre la bonanza de la niña samaritana y en donde se levantará su iglesia.

Los presentimientos tomaron forma. EL CINE YA NO EXISTE.

martes, 11 de mayo de 2010

OPERACIÓN CICERÓN. LA AVARICIA ROMPE EL SACO.




El cine de espionaje en su máximo esplendor.

Operación Cicerón (Joseph L. Mankiewicz, 1952) nos cuenta las andanzas de Diello (James Mason), secretario de altos vuelos del embajador inglés, en la Turquía neutral en la Segunda Guerra Mundial. Allí se darán cita los intereses por dominar la contienda de alemanes e ingleses en una historia verídica que estuvo a punto de cambiar los designios de la guerra.

Mankiewicz no se aleja de su estilo, muy teatral, casi siempre en interiores y con unos diálogos fantásticos llenos de giros y metáforas. El suspense y la incertidumbre rodean este clásico para contarnos que el menos sospechoso puede ser el más ambicioso.

Memorables la escena en la fiesta de la condesa Staviska que despide a una embajada para atender a la contraria o la secuencia de la persecución por el zoco.

El final es notable, desenlace de un guión y una realización que se comportan como maquinaria del mejor reloj suizo.

EL CINE YA NO EXISTE.

lunes, 10 de mayo de 2010

FORAJIDOS. UN COMIENZO DE PELÍCULA.




Esto es un comienzo y lo demás es cuento.

Este fragmento es una adaptación cinematográfica que corresponde íntegramente al relato corto Los asesinos de Ernest Hemingway. Se trata de la secuencia inicial de Forajidos (Robert Siodmak, 1946) que se cierra cuando aparece en pantalla el personaje interpretado por Burt Lancaster, el hombre al que van a matar, que da lugar al primer flash-back. Es un claro ejemplo de cómo llevar un texto íntegro a la pantalla y a partir de ahí construir un guión original -obra de Anthony Veiller-.

Una de las grandes piezas del cine negro. Rodada magistralmente, contiene movimientos de cámara increíbles y una iluminación expresionista. Esto es cine.

EL CINE YA NO EXISTE

viernes, 7 de mayo de 2010

LIMITE DE MARIO PEIXOTO. UNA PELÍCULA BRASILEÑA MÍTICA



Mucho cine del que se vio en los orígenes descansa en paz por el deterioro químico.

Limite es un filme difícil, lento y con una narrativa compleja, sofisticada y llena de referencias. Financiado con recursos propios del director y con infinidad de inventos desarrollados por la falta de material técnico y por el escaso presupuesto estaba inspirado en la imagen de portada de una revista vista en París por Antonio Peixoto. 

El domingo 10 de mayo de 1931, en el Cine Capitólio de Río de Janeiro fue exhibida por primera vez la película Limite, proyectada por el Club Chaplin en una sesión especial para sus socios e invitados. El director de la película, el poeta Mario Peixoto, no se presentó al estreno y no vio la reacción tímida del público, mala de la crítica, fría de los organizadores y helada de los distribuidores.* ¿Para quién había hecho el director esta especie de abstracción de sus sentimientos?.

La película fue tildada en Brasil de cine poético, como una experiencia visual de lo que podía denominarse cine literario. Este adjetivo le valió numerosas críticas de escritores que decían que aquello no era cine. En 1942, el músico y poeta brasileño Vinícius de Moraes proyectó la película a Orson Welles y a María Falconetti (Juana de Arco de Dreyer) con motivo de la visita del director para filmar el documental It´s all true.

Así, Limite fue atravesando tiempos turbulentos, deteriorándose día a día en las latas que la contenían, y su singular director caía en el olvido sin llegar a hacer jamás otra película. Debido a ese deterioro del nitrato de su copia original, el filme se dio por perdido hacia 1959.

En 1988, Limite fue elegido por la Cinemateca Brasileira el mejor filme brasileño de todos los tiempos. 

Una película muy difícil de ver, no solo por sus pocas proyecciones, sino por su difícil lenguaje.

EL CINE YA NO EXISTE.

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*Saulo Pereira de Mello uno de los restauradores del filme. Melllo 1996, pág. 25

jueves, 6 de mayo de 2010

EL TREN. EL EXPOLIO NAZI



Hemos visto tanto cine que a veces nos desilusiona. Me da la sensación al revisar El Tren (de John Frankenheimer, 1964), película interpretada por Burt Lancaster, Jeanne Moreau y Albert Rémy, que las películas ya no son lo que eran. La historia enlaza de tal forma con la aventura que las secuencias invaden nuestros sentidos, haciéndonos viajar a París y luego, por una vía de tren, a nuestro propio mundo. Es así como el cine nos embelesa, nos embauca y nos hipnotiza haciéndonos creer que somos  el protagonista, en una suerte de perceptor-intérprete.

El filme  recoge un episodio sobre el expolio artístico que Alemania sometió a Francia a finales de la Segunda Guerra Mundial,  basado en el libro Le front de l´Art de Rose Valland. Esta valiente mujer era la responsable del museo Jeu de Paume, lugar donde se almacenaban las obras de arte que los alemanes habían saqueado de museos y colecciones privadas de Francia (la mayoría de judíos) antes de su traslado a Alemania.

Diecisiete días tardó Alemania en vencer la resistencia del ejército francés y desfilar por los emblemáticos Campos Elíseos para mostrar al mundo su conquista. La resistencia provoca la salvación de unas obras de arte que considera parte del orgullo nacional. Uno de los últimos envíos de los alemanes por tren contiene cajas de embalaje con obras de “arte degenerado” de Picasso, Matisse, Cezanne, Monet, Degas, Gauguin, Klee... *

Qué trepidante. Qué no se rompan las cajas, por favor.



EL CINE YA NO EXISTE.


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*Desde que Adolf Hitler, pintor frustrado, se hizo con París casi sin resistencia el 14 de junio de 1940, tuvo el propósito de vaciar de arte la capital francesa, esquilmarla, desvalijarla metódica, meticulosamente, saquearla a conciencia tomándose todo el tiempo que hiciera falta. De este modo, el irrepetible tesoro artístico francés pasaría a ser la orgullosa colección de arte del Reich. Para ello, Hitler creó un intrincado aparato burocrático dirigido por Kurt Von Behr, que rendía cuentas directamente con Hermann Göring, con la finalidad de organizar una labor sistemática de expolio que se prolongaría durante años y que incluiría, ya desde 1940, una red clandestina de fuga para obras y traficantes de ellas que permitiera sacarlas de Francia al margen de la suerte de la guerra. En apenas tres años, de abril de 1941 a julio de 1944, casi ciento cuarenta trenes especiales partieron desde París hacia Alemania o hacia los países pantalla para el robo organizado (Suiza, España, Portugal, Suecia, el Vaticano…) más de cinco mil cajas y arcones repletos de objetos artísticos de todo tipo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

EL ÚLTIMO TREN A GUN HILL




Hemos visto tanto cine que quizá nos llegue el hartazgo. Lo de hoy ya no es cine, es un complejo pastiche de audiovisual, sentimientos medulares y narrativas para lerdos. Siempre que deseo disfrutar, sobre todo en una tórrida tarde, recurro al cine del oeste. Me da la sensación que el único género puramente cinematográfico contiene, escondidas, las claves que te encuentras a diario en la vida: asaltos, duelos, envidias y malas personas.

Disfrutar de El último tren a Gun Hill (1958) es introducirse en el pueblo y observar atónito el devenir de la lucha de poder entre dos amigos que se querían y que se odiarán.

Dirigida, con contención, por el director americano John Sturges (Los siete magníficos, Conspiración de Silencio, La Gran Evasión) es una revisión del cine épico. Kirk Douglas y Anthony Quinn interpretan a los dos amigos cuyos caminos se vuelven a cruzar para matarse.

Las claves del género como la venganza, la justicia, la amistad, el amor fraterno, la sumisión, el racismo y la violencia nos recuerdan que aquel lugar puede ser el nuestro. Tras El tren de las 3:10 (de Delmer Daves, 1957) y Sólo ante el peligro (de Fred Zinnemann, 1952) el western cabalga en caballos de hierro y nos cita a una hora determinada: la del final.


El final es histórico (da gusto verlo en lengua nativa). Es una procesión hacia la muerte. Ya no se hacen películas así, ni copiando.

EL CINE YA NO EXISTE.

Versión Original 181. VENTANAS EN EL CINE



La revista de cine Versión Original se introduce por las ventanas, observa entre las cortinas, baja las persianas y cierra los postigos de la historia del cine. Una revisión múltiple de un objeto que no pasará desapercibido como protagonista o secundario. No olvidemos que las películas son filmadas desde otra ventana.

Desde el alfeizar nos damos cuenta que el cine se suicidó.

EL CINE YA NO EXISTE.

LA ADOLESCENCIA DEL CINE. DESDE LOS PADRES A LA MADRE



Por Javier Remedios

Si Eisenstein era el grito, Pudovkin es el canto.
No es difícil dejarse llevar por la melodía dura y pesimista, pero maravillosa.
Leon Moussinac.

En la percepción natural del hombre no existe el montaje; es un larguísimo plano secuencia que sólo se interrumpe con el sueño. No hay segmentación de tomas. La mirada está limitada por la imposibilidad del salto temporal. 1




Existen dos formas de ver la adolescencia: desde los ojos avizores de nuestros padres y desde la reflexión de lo que fuimos, una suerte de visión a posteriori. Es ahí, en esos maravillosos años, cuando se está forjando lo que a la larga seremos y donde nuestras vivencias quedarán selladas a fuego en nuestro intelecto. Nuestros padres, que se dedican toda la vida a controlar a su camada, intentan inculcarnos una serie de normas que trataremos de incumplir. Nunca será suficiente el dolor de una madre que ha visto como perdía a su hijo por no haber sabido frenar los impulsos de su nacimiento como persona. El paso de la infancia a la madurez, en la vida como en el cine, es un camino a veces agradable y muchas veces tortuoso.

Infancia
Del germen obtenido por la unión entre la ciencia y la gran tradición artística de emular a la naturaleza, nació un nuevo espectáculo de masas el 28 de diciembre de 1895 en el Salón Indien del Grand Café de París. El cinematógrafo, amamantado por visionarios de Francia y Estados Unidos, dará sus primeros pasos en las islas británicas, en donde, debido al interés por el relato, la cámara comienza a moverse y a jugar con los cambios de plano.

Dada su corta edad, el cine se mueve por un espacio marcado por el artificio, la ficción y la ansiedad de conseguir grandes avances. Se va generando el territorio de su infancia lleno de fantasías, hechos populares y superproducciones. La falta de vergüenza y las grandes caídas le hacen mirarse asimismo y avanzar. Utiliza dramáticamente el tiempo, aparecen las persecuciones y los salvamentos en el último minuto; se crean así el montaje paralelo y el lenguaje cinematográfico.

La etapa de aprendizaje es difícil y la convivencia con seres de la misma edad da lugar a la lucha por la paternidad de las patentes. En su período de latencia y paso a la conquista de la socialidad, aparecen el colosalismo y el verismo, la teoría del séptimo arte de Ricciotto Canudo y una fuerte conducta imitativa de la literatura y, más concretamente, del teatro.  La capacidad de ver la realidad tal como es y un comportamiento más firme sobre sus realidades emocionales conducen a Griffith al desborde narrativo y al dominio del tiempo cinematográfico. Su operador, Billy Bitzer utiliza por primera vez la luz dramática, el contraluz y el desenfoque como efecto. Poco más tarde, con Intolerancia (Intolerance, 1916), el cine abandona para siempre el período de la niñez.

Adolescencia
La primera guerra mundial se convierte en una zona de tránsito complicada. Tras el armisticio se produce una enorme y rápida actividad y el cine sufre un fuerte cambio. Se desarrolla el espíritu crítico y se evade, a veces, de la realidad. París se convierte en un generador de vanguardias históricas, de luces y de sombras. Los experimentos artísticos se suceden. Brotan la nueva literatura, los nuevos estudios psicológicos y los manifiestos artísticos. El cine absorbe todos los movimientos.

El desarrollo cognoscitivo de la escuela impresionista francesa acentúa el intelectualismo de una manera más formalista con Delluc, L’Herbier y Epstein. Una fuerte necesidad de seguridad e independencia conduce a los directores a experimentar con el espectador. Recurren a cámaras subjetivas y con movimientos imposibles como en Napoleón (Napoleon, 1927) de Abel Gance; que cuenta con el ingenio del español Segundo de Chomón, para utilizar cámaras muy ligeras con motor de cuerda colocadas en lugares imposibles, cámaras atadas a caballos a galope, a péndulos y, hasta, a proyectiles. El cine crece con desmesura.

En Alemania, la posguerra causa una desproporción entre el sentimiento y la expresión. Se reacciona contra el impresionismo y naturalismo, deformándose la realidad mediante la utilización de decorados, iluminación y vestuario como en El Gabinete del Dr. Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1919) de Robert Wiene. También con una estética marcadamente expresionista aparecerán Las tres luces (Der Müde Tod, 1921) de Fritz Lang; Nosferatu, el vampiro (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922) de Murnau e incluso La muñeca (Die Puppe, 1919) de Ernst Lubitsch, llenas de marcadas angulaciones y sombras que denotan un fuerte espíritu antinaturalista.

Las manifestaciones externas son poco controladas y se busca la independencia renunciándose al argumento. Aparece la primera película abstracta: Sinfonía diagonal (Symphonie Diagonale, 1921) de Viking Eggeling. Esta tendencia a la música visual daría obras de Hans Richter, Ferdinand Léger y de Man Ray y la obra cumbre Berlín, sinfonía de una ciudad (Berlin: Die Sinfonie der Großstadt, 1927) de Walter Ruttmann, inspirada en el cine-ojo de Dziga Vertov.

Es una etapa en la que se pasa con facilidad de la agresividad a la timidez, pero que dará obras maestras de Friedrich Wilhelm Murnau, como la metafórica El último (Der letzte mann, 1924) con la colaboración del excelente operador Karl Freund  y Fausto (Faust, 1926) con el fotógrafo Karl Hoffman, ejemplos de la portentosa capacidad formal y visual de su director que le dio a la cámara su definitiva dimensión: volar.

La adolescencia es ante todo experimentar, buscar la independencia; pero a la vez la protección. Se tiene necesidad de valorarse, de afirmarse, de sentirse reconocido. La valentía será el motor de muchos actos. Las energías vanguardistas de Lev Kulechov, profesor del Instituto de Cine Soviético, desembocan en la creación del Laboratorio Experimental, realizando filmes sin película, con fotos fijas, demostrando el poder creador del montaje, consiguiendo infundir emociones con el contenido y la yuxtaposición de planos. Sus teorías serían seguidas por numerosos jóvenes ávidos de llevar sus historias a la pantalla. En 1923, Sergei Eisenstein publica El montaje de atracciones y un año después rueda su primer largometraje La huelga (Stáchka, 1924), mezcla de cine documental y simbolismo. La búsqueda de la imagen ideal, poniendo a prueba la solidez de las convicciones personales, y sus palabras “de la imagen al sentimiento y del sentimiento a la idea” resuenan en una de las películas más famosas y mejores de la historia del cine, donde da rienda suelta a su desbocada creatividad, construyendo su película en la propia sala de montaje con unas potentes dosis de ingenio y desenfreno. Con El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin, 1925) llega la más absoluta de las rebeldías.

Juventud
Tras la euforia anterior, el cine necesita tranquilizarse, orientarse y llegar a integrar todos los aspectos de su personalidad. Del deseo de comprometerse nace una concepción más reflexiva y de análisis y un enfoque más estructurado. Así Vsevolod Pudovkin, discípulo de Kulechov, crea un guión estricto previo al montaje para darle al cine el crecimiento que necesitaba. Es con su obra La madre (Mat, 1926), basada en la novela homónima de Máximo Gorki, cuando el personaje anónimo se convierte en héroe, el cine controla sus emociones dándonos  a entender sus posibilidades y nos atrapa para siempre. La percepción y por ende el espectador cerrará el triángulo indispensable junto al autor y su obra. El montaje se confirma como la base estética del film actuando sobre la razón y el ánimo de los espectadores. 2

El paso de la adolescencia a la juventud es para muchos chavales de la época de Pavel, el hijo de La madre, la reivindicación de los derechos en el trabajo en el que llevan años esclavizados. Esa actitud revolucionaria le hará derramar adrenalina como huelguista contra los patronos zaristas, presenciar la muerte de su padre, caer en las redes de la justicia y ser condenado a trabajos forzados.

Una madre arrepentida por delatar a su hijo conducirá la revolución para salvarle de la pérdida de libertad y para darle una personalidad que no ha tenido, que llegará con la primavera. Esa nueva situación provocada por tres movimientos, la fuerza de la madre, las ganas de vivir del hijo y la majestuosidad de la naturaleza al descomponer el hielo trifurcan la narración para encontrarse en un punto: la madurez del cine.



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1 Gubern, Román. La mirada opulenta. Editorial Gustavo Gili. Barcelona. 1987.

2 Sánchez Noriega, José Luis. Historia del Cine. Alianza Editorial. Madrid. 2002. Sobre la obra de Vsevolod Ilarionovitch Pudovkin El montaje en el film (1928). Reflexión que se acerca a las teorías del arte vinculadas a la corriente de la Gestalt promulgadas por el psicólogo e historiador del arte alemán Rudolf Arnheim