martes, 8 de junio de 2010

NAOMI WATTS and The Doves



Imágenes correspondientes al videoclip The Ground Running de The Doves,  tema principal de la película Ellie Parker de Scott Coffey de la que poco merece la pena.


EL CINE YA NO EXISTE.

EASTERN PROMISES (Promesas del Este) de David Cronenberg





David Cronemberg traspasó la línea que separa el terror de la crueldad en una Una historia de violencia, su anterior película. Promesas del este es una historia sobre la mafia rusa residente en Londres que orbita en torno al diario de una joven prostituta que muere al dar a luz a una niña de padre desconocido. Uno de los principales intereses que mueve al espectador a acudir al cine a ver esta película es descubrir los nuevos derroteros por los que se mueve el realizador de culto David Cronenberg

La dirección es igual de brillante que siempre, poderosa y contundente. Como muestra, valga el mismo inicio de la película, con ese estupendo degollamiento en la barbería, no exento de cierta ironía. Su ritmo lento se compensa a la perfección con un metraje de lo más ajustado. La fotografía del film es la propia de una gran superproducción, pero no por ello deja de ser tremendamente elegante, hermosamente fría y lluviosa, como si evocara los ecos de esa Rusia lejana de la que hablan los protagonistas. Supone una tremenda ayuda a la hora de recrear ese Londres casi marginal, un universo poblado de subsuelos donde se reúnen los criminales y la traición parece flotar tras cada esquina.

Las interpretaciones de todos los actores son otro de los puntos fuertes de la película. La caracterización de Viggo Mortensen está especialmente lograda, forjando un personaje que llena la pantalla en todo momento. El actor es pura presencia, un valor a defender cada vez más dentro de una industria dominada en exceso por niños de caras bonitas. Vincent Cassel está más que convincente en su papel de mafioso histriónico, cuya personalidad oscila entre lo sádico y lo infantil. Por su parte, Naomi Watts cumple en su papel de heroína, aunque lejos de otras interpretaciones magistrales como la que llevara a cabo en Mulholland Drive, de David Lynch. 

AHORA HAY POCO CINE COMO ESTE.
EL CINE YA NO EXISTE.

viernes, 28 de mayo de 2010

COLECCIONISMO DE ARTE. SEGUNDA PARTE.







La frustración claustrofóbica de Vincent Van Gogh nos ha llegado a través del cine de muy diversas maneras. No vendía sus trabajos y sus relaciones amistosas y amorosas rozaban el fracaso, así su hermano Theo se convierte no sólo en el vínculo afectivo más importante que mantuvo en su azarosa existencia, sino en su mayor coleccionista. Le ayudó durante toda su vida como apoyo emocional y sustento económico para que Vincent pudiera sobrevivir y aprender.  Retratado pictóricamente en El loco del pelo rojo (Vicente Minelli, 1956) e impregnado de los colores del mar, el campo y el cielo en Van Gogh (Robert Altman, 1990).

El director chileno Raoul Ruiz muestra en Klimt (Raoul Ruiz, 2006) el enfrentamiento del pintor con las autoridades austriacas y con la alta sociedad vienesa surgido a raíz de sus alegorías escandalosas. La trama desemboca en un dramático incidente en el que el pintor roba del edificio de la Secesión de Viena sus cuadros incautados por el Estado. Finalmente el artista se verá obligado a comprarlos para evitar el encarcelamiento.

Amante de la frustración y la destrucción, el cine toma como modelo a Modigliani en Los amantes de Montparnasse (Jacques Baker, 1958) para introducirnos en su vida bohemia y alcohólica. Una existencia que terminará trágicamente mientras un avispado marchante de arte, como un ave carroñera, espera su muerte para hacerse con sus cuadros consciente de que un día valdrán mucho dinero. La película homenajea al director Max Ophuls y actúa como crítica con el sistema del mercado del arte, que no tiene nada que ver con la calidad artística y sí con la especulación. En la escena en la que Modi, Sboro (su marchante) y Jeanne (su mujer) van en un taxi camino del Hotel Ritz para entrevistarse con un millonario estadounidense aparece la figura del rico coleccionista norteamericano y la angustia del pintor.

-Sboro: Ponte ésto (le dice a Modigliani, y le da una corbata).
-Modigliani: ¿Hay que disfrazarse de rico para vender un cuadro?
-Sboro: A los americanos hay que causarles buena impresión.
-Modigliani: Pero ponerme corbata por un tipo que igual no compra nada...
-Sboro: Acabo de verlo y parece decidido. Quiere conocerte.
-Modigliani: Sí, regateará, hablará, nos hará volver...
-Sboro: Imposible. Esta noche se vuelve a Nueva York... No sabrías qué hacer con tanto dinero.
-Modigliani: En mi situación, vendería todos mis cuadros por un bocadillo.
-Sboro: Nada de tonterías, ya hablaré yo. Tu no abras la boca...Bueno... ¡Mira como vas!...
-Modigliani: ¿Vas a vender mi pintura o mi imagen? No soy una puta.


Pero este periodo de los albores del siglo XX no sólo se alimenta de biografías de pintores. En Las dos inglesas y el amor (Francois Truffaut, 1971), inspirada ligeramente en la vida de las hermanas Brönte, un escritor y coleccionista de arte parisino de inicios del siglo XX conoce a dos hermanas artistas y las dos se enamoran de él. Basada en la novela de Henry-Pierre Roché1 (1879-1959), también autor de Jules et Jim, describe constantemente cuadros. En las escenas donde aparece la casa de Claude podemos identificar un picasso. Claude muestra a su madre un cuadro impresionista de su colección y la voz en off dice: “El tiempo pasó. Claude no se convirtió en el escritor que su madre quería, pero sí visitaba todas las exposiciones y escribía sobre pintura.” La película termina en los jardines del Museo Rodin de París, donde Claude pasea pensativo y solo.

En Un americano en París (Vicente Minelli, 1951), el director italiano crea un musical con numerosos homenajes a la pintura. Jerry, el personaje protagonista, interpretado por Gene Kelly, es un pintor con talento que malvive en París del que se enamora una señora rica. Ésta lo desea como amante y pretende ser su mecenas,  pero Jerry ya se ha enamorado de Lisa, una joven francesa sin dinero. Hay una escena particularmente interesante que resume parte de la esencia de la cinta: Jerry se aísla en su estudio pintando sin parar, preparándose para su primera exposición. Rodeado de cuadros, llega el momento de enmarcarlos, y mueve cada una de sus pinturas decenas de veces hasta encontrar el marco que mejor se ajuste a las mismas.

Minelli gran aficionado a la pintura, también creó un personaje coleccionista de arte en Melodías de Broadway 1955 (Vicente Minelli, 1955). En esta ocasión el personaje interpretado por Fred Astaire se deshace de su colección de arte para recaudar fondos para la producción de una nueva obra musical.

Cerraremos este capítulo con un pintor maldito, el personaje Eben Adams que interpreta Joseph Cotten en la película surrealista Jennie ( William Dieterle, 1948). Un joven pintor que busca fortuna por las galerías de arte de Nueva York se dirige a una con poca convicción, la dueña aprecia el talento del artista, pero le recrimina que pinta sin amor. No obstante le compra una pintura de una flor para su propia colección. Eben pintará un boceto de una niña que se conoce en el parque y que será el comienzo de un viaje por entre los muertos.

martes, 25 de mayo de 2010

KNOCKIN' ON HEAVEN'S DOOR. Pat Garret y Billy The Kid




Mama, take this badge off of me
I can't use it anymore.
It's gettin' dark, too dark for me to see
I feel like I'm knockin' on heaven's door.

Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door

Mama, put my guns in the ground
I can't shoot them anymore.
That long black cloud is comin' down
I feel like I'm knockin' on heaven's door.

Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door
Knock, knock, knockin' on heaven's door




En 1973 el director de Grupo Salvaje y Perros de paja, entre otras piezas clave,  Sam Peckinpah, lleva al cine la famosa historia de William Henry Bonney, Billy "El niño", pistolero americano del siglo XIX conocido por haber participado en la muerte de unas veintiuna personas. El supuesto asesino sería perseguido, cercado y matado por el sheriff Pat Garret en Ford Sumner. "La escopeta abriría fuego, el ruido gritaría y William caería al suelo mirando al cielo mientras la luz de su mirada se desvanecía como el color del firmamento, sin poder saber quien le mató´´.

El western moderno debe al director californiano su recuperación como género. Su cine  violento y crepuscular dota de una nueva forma de poesía visual a la imagen y los personajes encuentran su zona umbral rayando el psicoanálisis. Pat Garret y Billy The Kid sería su última película del oeste, su maestría y sabiduría en la dirección de actores controló a los secundarios  James Coburn y Jason Robards y sacó el máximo partido de los míticos cantantes Bob Dylan y Kris Kristofferson.

La amistad se antepone a la traición en esta suerte de bala perdida del western clásico. Maravillosa la banda sonora, que contiene un buen puñado de piezas de Dylan que pasaron a la historia de la música contemporánea.

Por su puesta en escena impresionante, por las interpretaciones, por su excelsa música... hay que verla. TE ABRIRÁ LAS PUERTAS... 

EL CINE YA NO EXISTE

lunes, 24 de mayo de 2010

COLECCIONISMO DE ARTE. PRIMERA PARTE.





La necesidad de poseer aquellos objetos que le deslumbran, hasta convertir su afición en una obsesión, hacen del coleccionista un personaje singular y apasionado. El acaparador de objetos de arte nunca es un personaje mediocre, si bien su figura siempre causa incertidumbre y cierta extrañeza, suele ser un personaje acaudalado y con una vida que roza la leyenda. Crearon patrimonios personales y los conservaron para bien de su propio ego, pero que fueron factor indispensable en la historia de la cultura mundial. Gracias a las ansias de posesiones artísticas de reyes, pontífices, nobles y burgueses han llegado a nosotros cientos de obras que, tal vez, hubieran desaparecido. En muchos casos, los coleccionistas han jugado el papel importante de ser mecenas de artistas o movimientos artísticos que sin su esfuerzo no hubieran ni siquiera existido.

Tanto el cine como la literatura nunca supieron aprovechar el filón que podía ofrecerle este tipo de personaje. El rol de coleccionista no es muy empleado por los guionistas para desarrollo de sus argumentos. Su psicología y personalidad se han visto reflejadas en el cine a través de personaje de muy diversa índole, pero casi siempre colocando la colección o su afición en un segundo plano. En la mayoría de los casos ocuparon papeles excesivamente secundarios, sin apenas importancia en la trama y más bien con afán burlesco, representados y caricaturizados como huraños.

El coleccionismo como fórmula para obtener el poder terrenal pudo llevar a Julio II a hacer oídos sordos a las penurias de su pueblo. En El tormento y el éxtasis (Carol Reed, 1965) presenciamos como el pontífice, para su mayor gloria, obliga a Miguel Ángel a abandonar su producción escultórica para pintar la Capilla Sixtina. La pelea artística, con una extraordinaria producción, nos acerca al sufrimiento del artista (Charlton Heston) para dar gusto a su mecenas y coleccionista de la belleza (Rex Harrison). Este mismo reflejo de coleccionar con dinero ajeno para engrandecerse, nos queda suficientemente reflejado en el viaje iniciático desde el monasterio al mundo real de Andrei Rublev (Andrei Tarkovsky, 1966), un monje pintor de iconos rusos del siglo XV que es contratado para pintar los frescos de la catedral de la Asunción de Moscú. Cuando el juglar Cirilo pide perdón por pegar a Andrei, le dice: "tu gran pecado es que Dios te ha dado el talento para pintar, cosa que no me ha dado a mí a pesar de mi vida sin pecados, y sin embargo, tú... te permites el lujo de no querer pintar"

Los monarcas, por el poder que tienen de las imágenes entre sus contemporáneos, sienten la necesidad de que sus familias queden retratadas para demostrar su superioridad y para la posteridad. El retrato se convertirá en el género de moda, objetivo principal de las colecciones reales y el encargo por excelencia. Uno de los más grandes coleccionistas de la historia, Felipe II, es retratado en infinidad de películas quedando su máxima virtud en un plano decorativista. El rey mecenas plasmó su gusto artístico en todos los rincones de su gran proyecto, El Escorial. El thriller histórico La conjura de El Escorial (Antonio del Real, 2008) nos ofrece los contactos del monarca con Tiépolo, Sánchez Coello o El Greco pero no llega más lejos dentro de sus colecciones que Don Juan en los infiernos (Gonzalo Suárez, 1991) donde ya aparecía la magnitud del palacio. Ambas dieron paso a la reciente y fallida El Greco (Iannis Smaragdis, 2007), el pintor cretense recaba en Toledo rechazado por el monarca coleccionista español debido a su manierista estilo.

La figura de su nieto, Felipe IV, que seguiría la tradición acaparadora de su abuelo, siempre recibió del cine un tratamiento injusto. Como en El rey pasmado (Imanol Uribe, 1991) basada en la novela Crónica del rey pasmado de Gonzalo Torrente Ballester. El rey, que fue el mecenas de Velázquez, influyó sobremanera en la difusión de la cultura del siglo XVII en España, el Siglo de Oro. En su palacio del Buen Retiro se representaron las mejores obras teatrales de Calderón de la Barca y Lope de Vega. El cine español estaba más pendiente de las escenas de cama que de los gustos artísticos del monarca.

Otra película española, Goya en Burdeos (Carlos Saura, 1999) nos narraba el exilio del pintor aragonés en Francia. Los recuerdos de su juventud realizados con flashbacks nos muestran al joven artista en los vericuetos de la corte de Carlos IV y, principalmente, a Cayetana, la Duquesa de Alba, una mujer coleccionista que redibujó su vida y moriría asesinada, como cuenta la fallida Volaverunt (Bigas Luna, 1998)

Tal vez los costes de producción de las películas históricas hayan repercutido en preferir narrar las virtudes belicosas y amatorias de la realeza y la aristocracia que las virtudes artísticas. Así en todos los biopic de pintores, pocos escultores, que abarcan desde el barroco hasta el impresionismo nos encontramos a marchantes y comitentes de una forma muy superflua y nunca al coleccionista como tal. Tal es el caso de Rembrandt (Alexander Korda, 1936), de Caravaggio (Derek Jarman, 1985), de Joannes Vermeer en la más actual y preciosista La joven de la Perla (Peter Weber, 2003) e incluso Rodin en La pasión de Camille Claudel (Bruno Nuytenn, 1988) 

Pero será al narrar el avance del poder industrial y de los enriquecimientos empresariales cuando encontremos algunas verdades acerca de los coleccionistas burgueses a ambos lados del Atlántico.

EL CINE YA NO EXISTE.

viernes, 21 de mayo de 2010

ENNIO MORRICONE. Homenaje a Claudia Cardinale




En el Festival de Cine de Funchal, Madeira.
La diva italiana Claudia Cardinale, una de las grandes bellezas del cine, es homenajeada con el aria de Hasta que llegó su hora, música inolvidable compuesta por Ennio Morricone para el film de Sergio Leone.


EL CINE YA NO EXISTE

jueves, 20 de mayo de 2010

EL ESTILO GREGG TOLAND. La profundidad de campo





AVANCES Y MÁS AVANCES.


Los avances técnicos experimentados por los directores de fotografía del cine mudo, como Willy Blizer para Griffith o Karl Freund para Murnau y Lang, permitieron obtener un avance en la nitidez de la imagen y en la investigación de nuevas lentes para alcanzar mayor calidad, mayor profundidad y mayor contraste.

La profundidad de campo puede incrementarse filmando con objetivo gran angular y reduciendo la apertura del diafragma. Conseguir una gran profundidad de campo conlleva una excesiva pérdida de luz, al limitar la apertura del diafragma; por eso se utilizan películas de mayor sensibilidad que provocan una textura granulada. Hacia mitad de los años treinta, el technicolor requería de mayor iluminación lo que provocó la introducción en el mercado de una nueva generación de arcos lumínicos. En 1938, la empresa Eastman Kodak lanzó a la venta una nueva película, la Super XX, cuatro veces más sensible que su predecesora y sin aumentar la cantidad de ruido. En 1939, empleando en la lente una ligera capa de fluoruro de magnesio se mejora la captación de la luz (lens coating). En este mismo año, se crea una nueva película que reduce el grano que aparece al hacer copias de la copia maestra. 


Pero los avances no sólo surgirían para corregir la luminosidad, en los años treinta se innovaron las cámaras filmadoras. A mediados de esta década la Mitchell Camera Corporation introdujo en el mercado la cámara BNC, que eligió a Gregg Toland para que la probara. La primera utilización de esta cámara revolucionaria, que amortiguaba el ruido de su tracción mecánica, fue con motivo del rodaje de Cumbres Borrascosas de William Wyler con Toland de operador. La cámara presentaba enormes innovaciones destinadas a conseguir una óptima profundidad de campo.

André Bazin decía “por primera vez las composiciones con profundidad de campo proporcionan las bases para una nueva forma de narrativa cinematográfica, muy diferente al montaje con planos multiples”. Este estilo, al que el crítico Bazin denominó "realista", proporcionaba tomas largas y recursos como mover la cámara y organizar niveles de acción en un solo plano, se evitaba así  la necesidad de efectuar cortes.

Toland contribuyó al progreso del medio con una serie de innovaciones técnicas que más tarde serían de uso general en la industria cinematográfica. Inventaba artilugios y pequeños trucos para sacar a sus cámaras el máximo rendimiento y construir un cine diferente. Un cine mejor. 


EL CINE YA NO EXISTE