martes, 18 de mayo de 2010

CONFIDENCIAS. COLECCIONAR POR AMOR AL ARTE.




Confidencias (Luchino Visconti, 1974), basada en el ensayo Escenas de conversación del crítico de arte y coleccionista Mario Praz, la adaptación cinematográfica fue escrita por el propio Visconti, además de Enrico Mediolí y Suso Cecchi d ‘Amico. Está protagonizada por Burt Lancaster, Silvana Mangano y Helmut Berger y se desarrolla íntegramente en las habitaciones de una vivienda romana, que parece más un museo que una casa particular dada la abundancia de obras de arte allí reunidas.

Tras El Gatopardo (1963), Luchino Visconti cuenta de nuevo con Burt Lancaster en el papel protagonista. El actor norteamericano encarna magistralmente a un culto y viejo profesor de arte que colecciona pinturas inglesas (grupos de familia) del siglo XVIII entre otros objetos de arte. Acoge accidentalmente como huéspedes de su mansión romana a una extraña familia compuesta por una condesa, su hija y los amantes de ambas. El film refleja con ritmo pausado la irrupción de las cuatro personas en la sosegada vida del profesor y la repercusión que la agitación tiene en su existencia e incluso llegan a hacer olvidar a éste su pasión por el arte, única afición que llenaba su solitaria vida.

El protagonista es un ser genérico del que no se llega a decir el nombre, durante toda la película es nombrado como “El profesor”, que vive aislado del mundo con la única compañía de sus recuerdos, sus obras de arte, sus libros, la música y su vieja asistenta. Al comienzo de la película, los propietarios de la Galería Blanchar de París irrumpen en su casa con la intención de venderle un cuadro, oferta que éste declina cortésmente, aunque no duda de su calidad. En el momento que los marchantes de arte se van sin haber cerrado la operación, aparece la condesa Brumonti (Silvana Mangano) con la intención de alquilar la vivienda de arriba. Cuando llama a la galería para comprar el cuadro se entera de que ya ha sido vendido. Al día siguiente, su abogado Micheli le informará que ese cuadro lo han comprado los Brumonti y que se lo ofrecen como anticipo de los primeros tres meses de alquiler. Al tocarle en su "fibra sensible", el profesor accede por fin al alquiler. 

Entre el profesor y Konrad (Helmut Berger), amante de la condesa, surge una curiosa sintonía debida a gustos comunes: el joven descubre junto al tocadiscos del profesor un disco de Mozart y pide escucharlo. También demuestra, al ver encima de la chimenea un paisaje con figuras, conocer la pintura de Arthur Davis, artista inglés del siglo XVIII. Más tarde le llevará una fotografía de un cuadro del mismo pintor que tienen unos amigos suyos.  Acabará considerando a sus ruidosos inquilinos como su verdadera familia.

El personaje del profesor contiene referencias inevitables al propio Visconti: las nuevas generaciones a las que no entiende, su militancia izquierdista e incluso su amor por Helmut Berger.


La clase de Visconti en la decadencia de un hombre.
EL CINE YA NO EXISTE

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